Hoy, día 4 de octubre, se celebra el Día Mundial de los Animales, efeméride que todos los amantes del mundo animal celebran. Por eso, hemos rescatado dos títulos en los que un perro y una lechuza tienen papeles protagonistas en sus respectivas historias.
Txistu y yo, de Juan Mari Zabala:
El protagonista de Txistu y yo es redactor de la sección de cultura del diario Berria. Cuando el veterinario diagnostica una enfermedad a Txistu, el perro de la casa, comienza a escribir sobre su relación con el animal. Le resulta placentero y satisfactorio escribir fuera del trabajo diario, y así se anima a escribir sobre otros temas: el desapego que siente por la cultura es uno de los más recurrentes. Una prueba de ese desapego es que supo de la muerte de José Saramago escuchando Radio Marca. Un atardecer, paseando por los alrededores de casa con Txistu, encuentra un cadáver, lo que le introducirá inesperadamente en una trama policial bastante patética. A partir de ahí, unirá el relato de los acontecimientos de la trama con reflexiones sobre muchos temas: el compromiso político, el conflicto del País Vasco, la xenofobia, la aporofobia, el feminismo, la felicidad, la alienación, el fútbol o la Real Sociedad.
"Por medio un alter ego sin disimulos, he escrito sobre mí, pensando que así lo hacía también sobre mi sociedad y mi tiempo", declaraba Zabala, que ganó el XLI Premio Literario Kutxa Ciudad de Irún en la categoría de novela con esta obra.
Maldita lechuza, de José Antonio Ramírez:
Lo de aprobar el curso estaba aún por ver. Lo digo por el calor. Acostumbrado al frío de Castilla y con un cuerpo como el mío, que es mantecoso y blanco como el de mi madre, lo de los cuarenta grados resultaba una crueldad. Hay que tener en cuenta que cuando llegamos en septiembre a Sevilla, en Valladolid estaba ya el invierno y, en cambio, aquí hacía un calor pegajoso. Un calor pegajoso y dulce, de esos de uva fermentada, que engorda las moscas, las pone borrachas y acaban siguiéndote a todos sitios. Pesadas y torpes las moscas, igual que el día aquel que les dio por venirse conmigo al instituto.
Este divertido cuento de José Antonio Ramírez nos hace soñar con salir volando como una lechuza, sobre todo cuando aprieta el sofocante calor posestival en Sevilla, o cuando ni los profes, ni el director, ni nadie en el instituto cree lo que le estás contando. Salir volando. Y ya está.
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