Elena Hernández Matanza, la última ganadora del Premio Ateneo Ciudad de Valladolid, destacó ayer la naturalidad como la principal virtud de su obra, Regreso. «Mi objetivo no era escribir una novela elevada o metafísica», aclaró la escritora madrileña, al tiempo que expresó su modo de entender la es- critura. «La literatura debe servir para comunicar, transmitir emociones, suscitar recuerdos y que se abra un espacio de intercambio entre escritor y lector».
La presentación de Regreso se celebró en el Círculo de Recreo, con presencia de la concejala de Cultura, Ana Redondo, y del presidente del Ateneo, Celso Almuiña, quien recordó que el Premio Ateneo Ciudad de Valladolid es el más veterano del país después del Nadal, al tiempo que se congratuló por haber premiado en esta ocasión a una escritora. Ana Redondo, por su parte, reivindicó la tradición literaria de Valladolid y mencionó los nombres de José Zorrilla, Cervantes, Miguel Delibes, Francisco Umbral o Rosa Chacel para acreditarlo. «Y el premio literario del Ateneo hace posible que
no se pierda este legado literario y que se mantenga».
La conductora del acto, la periodista Angélica Tanarro, destacó que Regreso es «una mirada muy profunda sobre las mujeres de varias generaciones» y resaltó que al ser Elena Hernández Matanza una novelista novel –aunque cuente con una dilatada trayectoria como autora de relatos cortos–, «el premio cumple con su función principal de dar a conocer nuevos talentos».
«Me apetecía relatar la historia de estas dos mujeres», explicó la madrileña Elena Hernández Matanza en relación a las protagonistas de su novela, «pero no quise retratarlas en el contexto de una vida rutinaria y busqué un evento extraordinario, un poco loco, para generar un marco atractivo, aunque esa excusa no sea lo verdaderamente importante».
Si quieres leer la entrevista completa, puedes hacerlo clicando en este enlace.
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